FICHA
TÉCNICA DEL PRIMER TEMA
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GRADO
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TEMA
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NOMBRE BREVE
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CONOCIMIENTOS
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CAPACIDADES
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LECTURA BÍBLICA
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DEFINICIONES BÁSICAS
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DOCUMENTOS ECLESIALES
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TESTIMONIO
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SALMO
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3º sec.
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Tema 01
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Días
de Cuaresma
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FCMC
Miércoles
de Ceniza, los viernes (Vía Crucis) y domingos de cuaresma
TdV
Las
Obras de Misericordia a ejemplo de Jesús
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CDC
Identifica
las principales prácticas religiosas del Miércoles de Ceniza, de los viernes
de cuaresma y de los cinco domingos de cuaresma
DF
Propone
en su proyecto de vida practicar valores cristianos, las Obras de Misericordia y las
Bienaventuranzas.
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Isaias
58,9b-14
Cuando partas tu pan con el hambriento. Billará tu luz en las tinieblas. Entonces el Señor será tu delicia |
1.Días de penitencia:
- Viernes
- Miércoles de ceniza
2.Domingos de cuaresma
3.Vía crucis
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Normas Universales sobre
el Año Litúrgico y sobre el Calendario, nn. 27-31
Benedicto
XVI Cuaresma 2011 (n.02) La Palabra de Dios de los
domingos de cuaresma
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Santa
Margarita de Cortona conoció la misericordia del Señor. Santoral -
Catholic.net
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Salmo
36
Tu
luz nos hace ver la luz
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DOCUMENTOS ECLESIALES
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Normas Universales sobre el Año Litúrgico
y sobre el Calendario, aprobadas por la Carta Apostólica
“Mysterii Paschalis” del Papa Pablo VI
(nn. 27-31)
EL TIEMPO DE CUARESMA
El tiempo de Cuaresma está ordenado a la preparación de la celebración
de la Pascua:
la liturgia cuaresmal prepara para la celebración del misterio pascual tanto
a los catecúmenos, haciéndolos pasar por los diversos grados de la iniciación
cristiana, como a los fieles que recuerdan el bautismo y hacen penitencia.
El tiempo de Cuaresma va desde el miércoles de Ceniza hasta la Misa de la Cena del Señor exclusive.
Desde el comienzo de Cuaresma hasta la Vigilia pascual no se
dice Aleluya.
En el miércoles de Ceniza al comienzo de Cuaresma, que en todas
partes es tenido como día de ayuno, se imponen las cenizas.
Los domingos de este tiempo reciben el nombre de domingo I, II, III,
IV, V de Cuaresma. El domingo sexto, en que comienza la Semana Santa, es
llamado domingo de Ramos en la
Pasión del Señor.
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Mensaje
de Benedicto XVI - Cuaresma 2011 (n.02)
LA PALABRA DE DIOS DE LOS DOMINGOS DE
CUARESMA
Para
emprender seriamente el camino hacia la Pascua y prepararnos a celebrar la Resurrección del
Señor —la fiesta más gozosa y solemne de todo el Año litúrgico—, ¿qué puede
haber de más adecuado que dejarnos guiar por la Palabra de Dios? Por
esto la Iglesia,
en los textos evangélicos de los domingos de Cuaresma, nos guía a un
encuentro especialmente intenso con el Señor, haciéndonos recorrer las etapas
del camino de la iniciación cristiana: para los catecúmenos, en la
perspectiva de recibir el Sacramento del renacimiento, y para quien está
bautizado, con vistas a nuevos y decisivos pasos en el seguimiento de Cristo
y en la entrega más plena a él.
El
primer domingo del itinerario cuaresmal subraya nuestra condición de hombre
en esta tierra. La batalla victoriosa contra las tentaciones, que da inicio a
la misión de Jesús, es una invitación a tomar conciencia de la propia
fragilidad para acoger la
Gracia que libera del pecado e infunde nueva fuerza en
Cristo, camino, verdad y vida. Es una llamada decidida a recordar que la fe
cristiana implica, siguiendo el ejemplo de Jesús y en unión con él, una lucha
«contra los Dominadores de este mundo tenebroso» (Ef 6, 12), en el cual el
diablo actúa y no se cansa, tampoco hoy, de tentar al hombre que quiere
acercarse al Señor: Cristo sale victorioso, para abrir también nuestro
corazón a la esperanza y guiarnos a vencer las seducciones del mal.
El
Evangelio de la
Transfiguración del Señor pone delante de nuestros ojos la
gloria de Cristo, que anticipa la resurrección y que anuncia la divinización
del hombre. La comunidad cristiana toma conciencia de que es llevada, como
los Apóstoles Pedro, Santiago y Juan «aparte, a un monte alto» (Mt 17, 1),
para acoger nuevamente en Cristo, como hijos en el Hijo, el don de la gracia
de Dios: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco; escuchadle» (v. 5).
Es la invitación a alejarse del ruido de la vida diaria para sumergirse en la
presencia de Dios: él quiere transmitirnos, cada día, una palabra que penetra
en las profundidades de nuestro espíritu, donde discierne el bien y el mal
(cf. Hb 4, 12) y fortalece la voluntad de seguir al Señor.
La
petición de Jesús a la samaritana: «Dame de beber» (Jn 4, 7), que se lee en
la liturgia del tercer domingo, expresa la pasión de Dios por todo hombre y
quiere suscitar en nuestro corazón el deseo del don del «agua que brota para
vida eterna» (v. 14): es el don del Espíritu Santo, que hace de los
cristianos «adoradores verdaderos» capaces de orar al Padre «en espíritu y en
verdad» (v. 23). ¡Sólo esta agua puede apagar nuestra sed de bien, de verdad
y de belleza! Sólo esta agua, que nos da el Hijo, irriga los desiertos del
alma inquieta e insatisfecha, «hasta que descanse en Dios», según las
célebres palabras de san Agustín.
El
domingo del ciego de nacimiento presenta a Cristo como luz del mundo. El
Evangelio nos interpela a cada uno de nosotros: «¿Tú crees en el Hijo del
hombre?». «Creo, Señor» (Jn 9, 35.38), afirma con alegría el ciego de
nacimiento, dando voz a todo creyente. El milagro de la curación es el signo
de que Cristo, junto con la vista, quiere abrir nuestra mirada interior, para
que nuestra fe sea cada vez más profunda y podamos reconocer en él a nuestro
único Salvador. Él ilumina todas las oscuridades de la vida y lleva al hombre
a vivir como «hijo de la luz».
Cuando,
en el quinto domingo, se proclama la resurrección de Lázaro, nos encontramos
frente al misterio último de nuestra existencia: «Yo soy la resurrección y la
vida... ¿Crees esto?» (Jn 11, 25-26). Para la comunidad cristiana es el
momento de volver a poner con sinceridad, junto con Marta, toda la esperanza
en Jesús de Nazaret: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de
Dios, el que iba a venir al mundo» (v. 27). La comunión con Cristo en esta
vida nos prepara a cruzar la frontera de la muerte, para vivir sin fin en él.
La fe en la resurrección de los muertos y la esperanza en la vida eterna
abren nuestra mirada al sentido último de nuestra existencia: Dios ha creado
al hombre para la resurrección y para la vida, y esta verdad da la dimensión
auténtica y definitiva a la historia de los hombres, a su existencia personal
y a su vida social, a la cultura, a la política, a la economía. Privado de la
luz de la fe todo el universo acaba encerrado dentro de un sepulcro sin
futuro, sin esperanza.
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TESTIMONIO
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MARGARITA
CONOCIÓ LA MISERICORDIA DEL
SEÑOR
En
el Martirologio Romano encontramos la reseña de Santa Margarita, que en
Cortona, en la Toscana,
profundamente conmovida por la muerte de su amante, borró los pecados de su
juventud con una penitencia saludable, pues recibida en la Tercera Orden de
San Francisco, se entregó a la contemplación de Dios y fue favorecida con
especiales carismas. Su vida, marcada por la frivolidad de los placeres, que
le llevaron a vivir ocho años con un hombre que no era su esposo, se
transformó en un camino de santidad, dejando atrás las riquezas y la
sensualidad, para dedicarse a la oración y el servicio a los enfermos. El
Señor empezó a hablarle en visiones, y así llegó a ser una de las precursoras
de la devoción al Sagrado Corazón. En cierta ocasión Jesús le dijo:
"Quiero que tu conversión sea un ejemplo para muchos pecadores, para que
se sientan animados también a dejar la vida de pecado que han llevado, y a
emprender desde ahora en adelante una vida llena de buenas obras. Deseo que
todos los pecadores de todos los siglos recuerden que estoy dispuesto a
recibirlos con los brazos abiertos como el padre recibió al hijo
pródigo". Cuando le asaltan las angustias al pensar si Jesucristo le
habrá perdonado todas sus maldades, oye la voz del Señor que le dice:
"Porque he muerto en la cruz por salvarte, por eso te perdono todas tus
culpas, sin dejar ninguna que no quede perdonada".
(Santoral
- Catholic.net)
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